Tejedores de Vida: La Tierra que Siente y Escucha
Tejedores de Vida (Weavers of Life) es una nueva serie de artículos bilingües que recopilan las historias de personas y grupos que defienden a seres no humanos. La serie es una colaboración entre Weave News, Talking Rivers y la autora Johana Fernanda Sánchez.
Fuente: Johana Fernanda Sánchez Jaramillo, Los derechos de la naturaleza y su repercusión en la defensa de Katsa SU del pueblo Awá en Nariño (Colombia) (Editorial El Rosario, 2024).
Hace cuatro años estuve por primera vez en Katsa-Su, que en Awapit significa Casa para los Awá, un lugar donde todo lo que vive es gente. De la mano generosa de personas del Resguardo de Magüí, me introduje en un universo donde la familia comprende también a los árboles, los ríos, las montañas y las cascadas.
El pueblo Inkal Awá, gente de la selva, está ubicado en el suroccidente del departamento de Nariño (Colombia) y el noroccidente de Ecuador en aproximadamente 610 mil hectáreas, la mayoría en Colombia.
Este pueblo originario era uno solo antes de que se constituyeron los países que conocemos como Colombia y Ecuador. Vivían en un solo territorio, en el departamento de Nariño, una pequeña franja en el departamento del Cauca, en Colombia, y en las provincias de Imbabura, Carchi y Esmeraldas en Ecuador.
Vivir bonito en los cuatro mundos: la armonía que guía a los Awá
Fuente: Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA), Agenda Awá 2023.
En la cosmovisión Awá existen cuatro mundos. El primero, el de los seres pequeños, como el armadillo y la hormiga; en el segundo, caminan los Awá; en el tercero, los acompañan los espíritus y, en el cuarto, está el creador de todo.
Es en ese contexto que los Awá procuran vivir bonito, Wat Uzán, como lo hicieron sus ancestros y conservar el equilibrio que les fue heredado por sus mayores. Sin embargo, esto representa un reto enorme en Colombia, un país donde siempre se encuentran bajo fuego a causa del conflicto armado, que parece interminable, donde actores ilegales disputan su territorio. No es una tarea fácil mantener el tejido social en medio de actores armados ilegales que utilizan la ubicación estratégica del resguardo de Magüí, especialmente, como corredor estratégico para sacar la cocaína procesada, sin su consentimiento, en las entrañas de Katsa Su.
Aun cuando es difícil y a veces peligroso, mujeres y hombres integran la guardia indígena ambiental un grupo que recorre la Casa Grande con el fin de salvaguardarla de los golpes que le ha dado la violencia y que la han enfermado. Con amor, firmeza y compromiso estas personas asumen voluntariamente esta labor que incluye recorridos en las seis veredas que integran el resguardo, charlas sobre las consecuencias de los cultivos de uso ilícito, de contaminar, deforestar e interactuar con actores armados y, además, enseñan también a niños y niñas, a partir de los 5 años de edad, a respetar a Katsa Su y a seguir sus pasos cuando sean mayores.
El lenguaje de la selva: seres que se escuchan entre sí
Fuente: Johana Fernanda Sánchez Jaramillo, Los derechos de la naturaleza y su repercusión en la defensa de Katsa SU del pueblo Awá en Nariño (Colombia) (Editorial El Rosario, 2024).
Desde temprana edad, niños y niñas aprenden del trabajo de los adultos el compromiso tatuado en sus almas del cuidado del lugar donde han recreado su vida Awá a lo largo del tiempo.
Esa protección es posible gracias a que ellos hablan el lenguaje de la selva, de la montaña. La comprenden como nadie y entienden a los seres con quienes comparten el espacio- tiempo, los escuchan con atención y les permiten guiarlos. En Katsa Su toda forma de vida cumple un rol importante en el sostenimiento de la vida.
Estos seres, los orientan. Algunas aves dan la hora, otros les aconsejan salir o no salir. De manera sutil, pero perceptible y clara, Katsa Su/Casa Grande/ Madre tierra, los cuida y quiere como una madre, y también les hace saber cuándo está triste, enferma o contenta, el árbol sangra cuando está lastimado y los ríos les exige respeto y pedir permiso para conocer sus misterios. Ante la visita con malas intenciones, la montaña se cierra, se nubla, hace perder al visitante.
Los Awá son, para mí, una fuente de sabiduría viva: me enseñan que es posible habitar el mundo en paz con todo lo que existe. De ellos aprendo a escuchar la voz de la montaña, a cultivar un amor robusto por la Madre Tierra, a tejer un lazo íntimo con ella y a extender mis vínculos de parentesco con todo lo viviente.